Es una receta muy sencilla y rápida de hacer, pero no por esa razón la dejaremos fuera de nuestra lista de platos favoritos. Tiene muchas variantes y puede ser más o menos picante en función del gusto, pero unos Spaghetti aglio olio e peperoncino siempre son un acierto. Eso sí, a mí me gustan con muuuuuucho queso Parmesano 😉
PASO 1
En primer lugar, ponemos a hervir el agua con 4 cucharadas de postre de sal. Una vez rompa a hervir, le añadimos los spaghetti formando un abanico como el de la foto (es un truco para que no se peguen una vez escurridos).
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PASO 2
Mientras se cuece la pasta, preparamos el aceite de ajo, confitando a fuego lento 4 dientes de ajo en 4 cucharadas soperas de aceite de oliva. Si os gusta picante, podéis añadir 1 guindilla y media por persona. Si os gusta el picante (pero no mucho), podéis añadir 1 guindilla por persona. Si no os gusta el picante, con 1 guindilla para todo el aceite bastará.
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PASO 3
En función de la pasta, tendrá un tiempo de cocción u otra. Cuando haya superado dicho tiempo, la escurrimos con un colador y la vertemos en el aceite confitado de ajo y con la ayuda de unas pinzas empapamos la pasta con el aceite. Oops, vaya, antes de verter la pasta era el momento de salvar a tus invitados de la guindilla. ¿o prefieres jugársela?
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ACABADO
El acabado de este plato es igual de sencillo que el resto de la receta. Espolvorea con queso Parmesano rallado (yo lo prefiero recién rallado) y perejil fresco. A Lucas le vuelve loco añadir una yema de huevo como guinda del pastel. La verdad que le da untuosidad y un toque muy muy rico.